sábado

Cuando Milt encontró a Sid

Un piano acompañaba la escena; en la soledad de un balcón alejado del murmullo de la fiesta, la pareja de recién conocidos se tantea. Preguntas vanas, sobre gustos musicales, hábitos mas o menos saludables, manías y anécdotas que no llevan a nada o como mucho, a alguna sonrisa por parte de ella.

Es encantador, es encantadora. Y quien sabe si en el futuro ambos serán incompatibles, da igual, hoy, son el perfecto proyecto de amantes eternos.

Y la luna que a cielo descibierto pide ser observada, se ríe de la escena, tantas veces vista, sentida y escuchada... amor eterno, ¡Ja! Mira mi Sol, dijo lo mismo y no lo volví a ver.