domingo

Solo un corazón abierto puede ser derrotado

Mientras mi perro se masturba ruidosamente, una temible idea acecha mi inconsciente pensamiento.

Creo que la cerveza no está hecha para mi, al notar como a cada bamboleo me resigno. Triste al leer tus palabras, escuchar tus teclas maldecir un te quiero. Experto en escapismo mental, obstruyo la salida que me queda; el pensar que siempre estarás, aunque no sea verdad.

¿Cuánto son trescientos kilómetros en horas? Tiempo que pasaría sin ti, estando contigo. El procedimiento se vicia, la ceguera se ve más clara y aquí, amiga mia, aparece lo que tu bien llamas, la imagen. Esa imagen a la que amar y no ver. Está pero no es ella. Y claro, cuando la verdera razón de la locura se pierde al encomendar tu sino a una llamada de teléfono, a una hora de chateo.

Me inclino ante tu sabiduría, Reina de Corazones Rotos. Aunque claro está, soy incorregible y por supuesto, me guardo mi opinión que, como ya auguras, no coincide con la tuya.

Tras el desahogo hormonal de Epi, creo que me inclino por imitarlo; mañana sera otro dia.